Entradas

Face to Face

Hola mundo, ¿cómo estás?: Yo de nuevo aprovechando unos minutos libres que pude conseguir para escribirte. Sé que había prometido hacerlo más seguido, pero en verdad que el tiempo no me alcanza. ¿Sabes?, si fueras en verdad mi amigo girarías un poco más lento para darme un par de horas libres extra, pero no, vas en chinga loca porque sospecho que incluso a ti también se te hace tarde. Caray, cómo te he pensado últimamente. Sí es nuestra amistad de esas que florecen vía Facebook, donde sólo leo y veo imágenes que te gustan, pero no sé cómo iniciar una conversación personal que no quiero que se extienda porque ni tú ni yo tenemos tiempo para entrar en detalles, porque en cualquier momento tendré que levantarme de un brinco para ocupar mi tiempo en cumplir con todos menos conmigo. Te diré, “ya me desconecto, bye”, y sabré que levantarás las manos al cielo respirando aliviado porque te evité la pena de largarme. Tú pensarás “carajo, ¿por qué no entiende que no estoy aquí para at

Pablo

“Y es que nunca pude dejar de amarte, fracasó el intento por olvidarte, resignado estaba a vivir sin ti, pero llegaste”… y estás aquí, yo que pensaba que nuestras historias serían líneas paralelas.   Has cambiado, siempre serás algunos años menor; “contigo en la distancia”, pero siempre de la mano. Solía imaginar que, sentada a tu lado, preguntaba sin recato todo aquello que quería saber de ti, y sucede que ahora, al caminar contigo la costumbre de saberte lejos me hace acelerar el paso y poner distancia de por medio.  Me gustan tu desenfado y la franqueza con que dices las cosas más simples; pero tu sonrisa que era perfecta, ahora luce apagada y nostálgica, ¿qué fue de ti en todos estos años? Caminamos hombro con hombro. Te miro, por vez primera sin temor a que descubras cuánto me has gustado siempre. Sigues teniendo una nariz hermosa y tu andar muestra la seguridad de tus años de juventud  al saberte deseado,  cual monarca que desfila sobre una alfombra roja y que saluda

Relato sin ventana

Se me han ido los años anhelando el sitio perfecto para escribir mi obra maestra. Alcancé mi cuarta década y mi opera prima consta de algunos centenares de páginas que comencé a escribir en mi   mocedad; treinta años en los que los cambios generacionales no me esperaron para que mi historia fuera verosímil (el internet ya no permite pretextar desinformación). He desperdiciado el tiempo añorando el rincón perfecto, la mesa más cómoda, la iluminación adecuada, una silla que se amoldara a mi espalda vencida, la madurez suficiente para escribir algo verdaderamente interesante. Mis personajes   estaban inspirados en mis amores platónicos –la verdad es que siempre he sido bastante indecisa y nunca pude decidirme por uno solo-   cuyas cualidades y defectos estaban repartidos en quienes conformaban el casting, porque en ese mundo animado y recreado por mi imaginación me podía dar el gusto de interactuar y engolosinarme con ellos sin sentir pudor, compasión o cargo de conciencia.

The knight's night

                                                                                                                                       5 de marzo, 2017                                                                                                                                              Foro Sol                                                                                                                                  9:16 pm Me sujeto a tu brazo para no caer. Tú no sabes que escucho tu voz en un espacio distante, como producto de mi propia imaginación. Pareces más alto, más seguro, más imponente. Conversas de nuestra hazaña con la misma convicción que te hacer ser tú, con el temple que te mantuvo en pie durante la batalla. Escucho, entiendo, replico. No sabes que el suelo bajo mis plantas se siente como una alfombra mullida, ni que los entes que nos rodean y siguen nuestro paso parecen suspendidos de finas cuerdas, que tus palabras se impregnan en mi pensamient

Él

Imagen
Quiero contar que las cosas ya no son como antes, que quiero sentir sus besos con el mismo anhelo insatisfecho de hace veinte años y, aunque mi corazón ya no palpita hasta el punto del ahogo, no me sudan las manos, ni mi cuerpo tiembla de nervios cuando estoy frente a él, el ansia sigue siendo la misma. Puedo mirarlo a los ojos, hablarle sin titubear y hasta el rose accidental de su mano en la mía tiene la frialdad de un suceso cotidiano, mas me sigue costando reprimir un suspiro hondo, pero callado cuando se vuelve y me da la espalda. Ese instante en que miro con plena libertad su nuca tupida de cabello castaño -donde ya se vislumbran las canas- es el único en que toda mi atención se concentra en aprenderme de memoria sus detalles; cuando por fracciones de segundo todo lo que me rodea deja de tener importancia y me quedo prendada de las costuras deshiladas de su playera, de la línea donde termina su cabello y el tono amarillento de su piel que no recibe a menudo la caricia del sol.

Punto de fuga

"She's taking her time making up the reasons to justify all the hurt inside" La cuesta se augura interminable. Nuestros cuerpos despiden calor… no mucho. El aliento empaña el cristal de la ventanilla. Allá al frente los faros iluminan, con su luz amarillenta, el pavimento nuevo. Puede ser que el invierno venga frío, que acalambre, entumezca y enrojezca nuestras mejillas, pero aquí adentro el aire perfumado se siente tibio. Me gusta el invierno porque las noches son largas y el cielo negrísimo siempre está colmado de estrellas. Desvío mi mirada de la hilera de faros, que, cual tulipanes, amarillos e inmóviles, bordean la carretera, hacia tu perfil que me enloquece: tus rasgos finos tallados en mármol, tu naricilla afilada, tus labios, tu boca diminuta que guarece esa tu sonrisa sarcástica. El auto sigue su marcha ininterrumpida. Tenemos cuatro horas para degustarnos, tocarnos, mirarnos, perdernos el uno en el otro sin cuchicheos ni miradas inoportun

...Y todo por los Guns

Imagen
Escribo esto una semana después del incómodo suceso, un poco porque la frustración y la furia del momento fueron tan grandes y tan absurdas que de todas las ideas que se me vinieron a la mente no encontré la ideal para iniciar este texto y que englobara de manera general mi sentir. Cierto es que los calificativos  “pendeja”, “pose de mierda”, e incluso “fascista” me parecieron demasiado sutiles para definir a la tipa en cuestión, además que están ya tan gastados que resultan incluso ambiguos. Y pese a todo, no, no fue ella la responsable de mi rabia; como no suele ser nunca culpa de las otras personas sino de cuan a pecho nos tomamos a veces las opiniones. Me sentí ridícula y más que fuera de lugar, pero no fue su culpa, es sólo que a últimas fechas mi humor se ha vuelto volátil y tan inestable como un cartucho de nitroglicerina, algunos dicen que es la famosa crisis de los cuarenta, o al hecho de que aún no he sido madre o quizás deba enfrentar una menopausia precoz, pero lo ciert