Entradas

Mostrando entradas de julio, 2012

Mr. Hammett y el balcón de San Antonio

“...Ojala por lo menos que me lleve la muerte, para no verte tanto,  para no verte siempre, en todos los segundos,  en todas las visiones, ojala que no pueda tocarte ni en canciones.” Ha pasado más de una década desde la primera vez que lo vi, pero su recuerdo se quedó en mi pensamiento como una cicatriz que, aunque finalmente sanó, el dolor permanece adormecido, casi imperceptible, pero latente.  El ansia por su llegada, lo efímero de su presencia, la interminable recuperación de una apresurada despedida; me dejaron por mucho tiempo extraviada en un entorno vaporoso donde nada de lo cotidiano bastaba para aminorar la tristeza. El hambre insaciable de su voz, de su cuerpo, de sus manos, me acompañaba día a día por caminos que desde entonces no fueron los mismos: la cotidiana ruta al trabajo, el salón de clases, un parque, la panorámica de un foro.    El motor de un avión, un puente, la carretera, su voz de adolescente grabada en un cassette; una playera negr