Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2012

El adiós de una marioneta

Me rendí a tus pies, enclenque y rota, y no quisiste mirarme. Al principio pensé que era por concentración o carácter, después entendí que estabas aterrado, decidido a doblegar tu curiosidad, a extraviarte en el silencio con tal de no reflejarte en mis pupilas inertes, mas, ni aún entonces, perdiste tu hermosura. No conocía el tono exacto de tu piel de bronce, pero sí cómo tu sudor la hace resplandecer bajo las llamaradas. La luz roja dotaba de sombras las delicadas líneas de tus brazos, de tu pecho, de tu cuello grácil, blanco palpitante de mi ansiedad. Había dejos de magia en tu quehacer y en tu mirada perdida, llenaste de vitalidad mi cuerpo desguanzado sólo con reír de la manera en que lo haces: desinteresado, frívolo, ajeno; desplegando tus membranosas alas mientras esperas la oleada de aplausos y no he terminado de entender si es para redimirnos o debido a tu arraigada costumbre de despedirte. Después, la danza ceremoniosa de tus dedos. Contemplaba embelesada tu andar alti