Detalles


No sé si te gusta el café negro o con leche; si lo prefieres acanelado, capuchino o expreso o te basta con echar una cucharada de instantáneo a un vaso de agua de la llave, sólo sé que tomas café por la mañana, aunque ignoro si por el sabor, por mera costumbre o porque es lo único que te mantiene despierto; también sé que lo arduo de tu jornada te obliga a bebértelo a tragos y en el menor tiempo posible.

Me gusta imaginar los detalles que te definen porque sólo conozco tu habla rasposa y tus facciones finas; que no te quitas la gorra por nada del mundo; que a menos que el frío entumezca tu carne te resistes a usar suéter y que no hay un sentimiento claro detrás de tus sonrisas.

Conocer tu historia, lo que te hace ser, me lleva a buscar de entre un mar de posibilidades aquellas que terminen de construirte; sé que te fascinan el futbol y The Beatles (que siempre me ha parecido una combinación detestable); que tienes los brazos velludos y que te encantan las caricaturas (aunque tengas cuarenta y tantos); que puedes mantenerte de pie por demasiado tiempo, que duermes muy poco y que el azul claro hace perfecto juego con tu tez blanca.   

Lo que conozco de ti siguen siendo recortes, piezas incompletas de tu rompecabezas y en los huecos pendientes cabe lo que piensas mientras trabajas, si duermes apaciblemente y de costado o roncas abrazando las cobijas; tu película favorita, el color que más te gusta y tu mayor anhelo.

Y, más allá de tu rutina o el rostro de quien amas, si tienes hijos, tu signo zodiacal o tu fecha de cumpleaños; ansío descubrir la textura de tu cuerpo esbelto, torneado, menudo; averiguar si la delicada piel de tu abdomen  es tan blanca como la de tus brazos; si tu sudor es agrio o más bien dulzón; si prefieres agua de colonia o desodorante, si debajo de tu playera futbolera guardas lunares, estrías o cicatrices, que no deben ser pocas dado lo riesgoso de tu oficio... si el vello que rosa tu ombligo es tan fino como el de un durazno o negrísimo y grueso como el de tu barba; si te excitan las lamidas en las orejas o los mordiscos en el cuello; si prefieres los azotes o los besos, si gimes  o sólo te agitas cuando alcanzas el orgasmo.

Y podría ser que el café ni siquiera te guste, que evites el suéter porque te estorba, que uses gorra para esconder tu calva, que padezcas insomnio por el estrés y que tu preciosa silueta se deba a que te matas de hambre por no gastar dinero; podría ser... Podría ser que no sepas bailar salsa o que la evites por mera pose; que sonrías por protocolo y te masturbes frente a una revista porque nadie te soporta, pero que te deseo con locura ni duda cabe y en armar este inútil rompecabezas es en lo que pierdo el tiempo.

Comentarios

  1. Acompánese con una varita de incienso de violetas y "Do you want to know a secret..." de... ¿de quién más, pues?

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  2. Simples impresiones, simples impresiones

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