Where is Jason?
(O Crónica para un día lluvioso)
Otra vez la misma ruta. Como
siempre el trayecto será prolongado e incómodo. Soy la segunda pasajera, así
que tengo suficiente espacio para elegir. Tomo mi lugar junto a la ventana,
recorro el cristal y me resigno a esperar los veinte minutos que han de
trascurrir antes de que la camioneta se mueva. No me angustio, no tengo prisa.
Transcurren quince minutos.
El ruido en la calle es la
cotidiana mezcla de motores, salsa, gritos de vendedores ambulantes y
del despachador anunciando nuestra ruta. Thriller
de Michael Jackson hace todo lo posible por imponerse en esta contienda de
decibeles, pero no lo logra, aún cuando el volumen del bafle en el puesto de
películas está al máximo. Me planto los audífonos y activo la cancelación para aminorar
el escándalo (esta cajita negra es capaz por sí sola de evitarme una migraña)
mientras decido cuál de mis listas amenizará este viaje, mi ánimo urge de algo
suficientemente fuerte para contrarrestar la mezcla caótica, pero dulzón; el
día está nublado, amerita una balada. Play. Joe Elliot suaviza la espera: “I believe, that there's something deep
inside”.
Ha pasado casi media hora.
Con gran alivio veo al chofer
ocupar su sitio. Muy pronto dejamos el paradero atrás, pero la voz de Axl no
consigue apartarme del cuerpo desparramado que ronca junto a mí; de los saltos de la camioneta tratando de recuperar el tiempo perdido
y de la angustia de mi compañera que hace todo lo posible por contraer sus
carnes para que su muslo no quede encima de mi rodilla... “all we need is just a little pacience”.
El cuello de botella, donde
inicia la autopista, es una martirizante secuencia de acelerones y enfrenones,
en un momento, aprovecho el más brutal para recuperar un poco de espacio en el
asiento, echarme hacia atrás y cambiar mis pies de posición para volver a
sentirlos. Klaus Maine canta algo que reconozco y que no quiero dejar pasar ahora
que el camino empieza a despejarse. Replay.
La brisa huele a humedad y mi mirada se concentra en un claro más allá del
vidrio, de los autos y de los techos: descubro las nubes algodonas que presagian
tormenta… “a moment in a million years to make some dreams
come true”.
La camioneta acelera.
En este tramo el terreno es tan liso que parece que las llantas no tocan el
asfalto y sólo puedo sentir la velocidad en el aire que dificulta mi
respiración, golpea mis mejillas y me obliga a entrecerrar los ojos. El
escenario ya no es la hilera continua de casas disímiles que rodean el canal,
sino la carretera boscosa donde viaja un automóvil gris conducido por Jason N. Su
atención está en el camino delante y su gesto severo no ha cambiado, en esta
historia su piel es lozana como hace más dos décadas y sus cabellos largos y
rizados. Su indumentaria, como en esa foto donde posa al lado de otros tres
sujetos, es de color negro, sin insignias ni estoperoles.
Llovizna.
El señor N no se distrae en subir el
cristal aún cuando la lluvia moja las vestiduras del auto y su chamarra de
piel, a ambos nos parece que este momento glorioso puede ser preservado con
música de piano y una guitarra eléctrica en el estéreo a todo volumen, “in a time I don't remember, in a war he can't forget,
he cried ‘forgive me for what I've done there cause I never meant the things I did’. And give something to belive in”.
La camioneta se detiene. Afuera, muy arriba, brillan los semáforos. Stop. El cuerpo a mi lado despereza y un zombi teclea algo en su teléfono, mi compañera alista su mochila y extiende el brazo hacia el frente…
-Le paso un billete… pasando la curva, por favor.
…Y el obligado
reporte:
“¿Bueno?, ¿sí?, ¿me
escuchas, corazón?, dile a tu hermana que baje la ropa, ¿no, m’ijo?, porfis.”
“Apenas estoy en en
la caseta, es que había un chingo de tráfico.”
“No, no, yo te lo
llevo mañana, seguro, sí, es que todavía le faltan algunas correcciones.”
Vuelvo la cara. Atrás
se quedaron las nubes negras y empieza a brillar el sol. Sonrío con plenitud,
por algún lado debe estar el arcoíris, sólo es cuestión de buscarlo.
La carretera se hace
irregular, el automóvil gris se aleja en línea recta mientras nosotros nos
adentramos en esta curva interminable. Baches, otra vez las construcciones
ruinosas, charcos, basura, semáforos.
En algún punto, el Mercedes gris abandona la carretera y se interna en un camino de
terracería, “once you've gone you can never go back, I've
got to take it on the otherside…”. La música es interrumpida
por una llamada entrante:
“Ya casi llego, espérame ahí”.
El viaje ha concluido por ahora y
deberé esperar el siguiente para conocer el final de la historia, la misma ruta
quizás, las mismas canciones, el mismo sendero solitario y boscoso donde Jason
esperará a ver cuándo carajos lo dejo llegar a la cabaña abandonada.
-Se cobra uno en el
siguiente tope, por favor.
La puerta se cierra,
la camioneta se aleja. Un abrazo, un beso, mientras el sol resplandece por
entero.
-Por fin, ya me
tenías preocupado.
-El tráfico está mortal.
-¿Qué tal el viaje?
-Bien, tranquilo,
nada que reportar...
Jason Newsted: Yo no te olvido, para mí siempres vas a formar parte de ese todo que es mi adoración y aunque alguien más pretenda ocupar tu lugar yo te escucho y te siento a ti, sin más, te dedico este intento de homenaje hasta que se me ocurra algo mejor.
ResponderEliminarMi fe es grande y si ya una vez pude verte a escasos metros, sé que tarde quizá muy tarde andarás por aquí. A tu salud!
ResponderEliminar